Un viaje slow y sereno, lleno de sensaciones, de matices, de armonía. Al filo de los días
Oficialmente la ruta del Loira y la EuroVelo 6 terminan (o empiezan) en Saint-Brevin-les-Pins. En la práctica la mayoría de los ciclistas cogen el tren de vuelta en Saint-Nazaire
Más de un centenar de castillos se reparten entre las orillas del río Loira y sus alrededores. Son el símbolo de un periodo en el que el poder aristocrático se medía con la opulencia y no con los ejércitos. Ahí van 10, algunos imprescindibles y todos recomendables.
Castillo de Gien (etapa 3)
Es el primero de la ruta. Diferente a los demás. Parece lúgubre, por el ladrillo y sus líneas geométricas. Los han arreglado recientemente porque fue bombardeado durante la Segunda Guerra Mundial. Ya se puede visitar.
Castillo de Chambord (etapa 6)
Excesivo, extravagante e insólito, fue el ‘pabelloncito’ de caza del rey Francisco I. Leonardo Da Vinci realizó una escalera helicoidal sorprendente. Descubrirlo de repente desde la bici es un verdadero privilegio y gozada.
Castillo de Cheverny (variante)
Su fachada es una de las más reconocibles, sobre todo para los amantes de Tintín, ya que fue la residencia del capitán Haddock.
Castillo de Ussé (etapa 8)
Imprescindible, si se va con niños. Su apariencia evoca los castillos de los cuentos. ¿Se asomará una princesa desde las almenas?
Chateau de Amboise (etapa 7)
La mejor manera de disfrutar de su arquitectura, es tomando un copa en la terraza de Le Shaker en la isla d’Or. La iluminación nocturna deja boquiabierto.
Castillo de Langeais (etapa 8)
No es muy conocido. Conserva su aspecto de fortaleza medieval, con puente levadizo, torres defensivas que despuntan por encima de los tejados, almenas y una torre del homenaje.
Castillo de Villesavin (variante)
No sale en los rankings. Pero su juego de enigmas para revelar la identidad del fantasma que lo habita, engancha.
Castillo de Montsoreau (etapa 9)
Lo construyeron en el mismo lecho del río y las crecidas le hacen daño. Alejandro Dumas lo hizo célebre con su novela La Dama de Monsoreau, un romance histórico.
Castillo de Saumur (etapa 9)
Desde sus torres se domina el soberbio río y se descubre la ciudad rodeada de los viñedos d’Anjou. Espectacular.
Castillo de Villandry (etapa 8)
Tiene huella actual española. A principios del siglo XX lo compró un médico extremeño. Los jardines son una delicia, incluido el huerto donde las hortalizas se plantan en función de su color. Como los autores coincidieron con una fiesta popular, fueron desviados de sus objetivos turísticos y no pudieron inmortalizar el castillo, pero a los vecinos… sí.
Una ruta cicloviajera que mantiene a su lado 700 km de costa desde Lisboa hasta Matalascañas… da para muchos puertos marineros. Algunos son minúsculos, otros son simples muelles donde bulle la vida, a veces se resume a una amalgama de formas, colores y redes. En todos el penetrante olor a salitre inunda el olfato. Aunque es difícil quedarse con uno, no te pierdas estos cinco más peculiares de la guía BICI:MAP.
Carrasqueira (etapa 2)
En el estuario del río Sado y entre arrozales, salinas y paisajes de marisma marcados por el ritmo de las mareas, se ubican esta humilde aldea y su puerto palafítico. Tiene une cierto aire fantasmal con crujidos de madera incluidos. La maraña de estacas clavadas en el lodo serpentea dejando a un lado pequeñas barcazas de pesca. Ocasionalmente, se ve a los pescadores recoger sus bártulos de las casetas antes de salir a pescar en el estuario.
Porto das Barcas (etapa 4)
Cualquier espacio entre rocas de la accidentada Costa Vicentina es aprovechado por las gentes de la mar para resguardar sus barcas de faena. A menudo, consisten en un pequeño dique o una escollera que protege las embarcaciones de los vientos dominantes del norte y nordeste. Uno de estos puertos diminutos es Porto das Barcas, hay varios más.
Alvor (etapa 7)
Pequeño y sosegado puerto pesquero situado en la desembocadura de la ría de Alvor. De gran plasticidad, el puertecillo solo es operativo con la pleamar, pues carece de calado; las embarcaciones están varadas en la arena durante la mayor parte del día. Uno de sus tesoros son las aves que pueblan el humedal e interrumpen su silencio.
Olhão (etapa 8)
Una maraña de cajas apiladas, manchas de aceite y graznidos de gaviotas. El caos es solo aparente. El bullicioso puerto de Olhão es uno de los más importantes del Algarve, su historia está arraigada en la industria pesquera y conservera. La ría Formosa es fuente de alimentación de muchas especies de pescado, moluscos y crustáceos; de las dársenas salen barcos hacia Terranova a la captura del bacalhau. En el barrio de pescadores las casas no tienen tejados sino azoteas que le dan una apariencia de cubo. Se utilizaban para secar el pescado y los frutos secos, y, cómo no, también para vigilar el mar y la llegada de los barcos.
Monte Gordo (etapa 9)
En medio de su extenso arenal colonizado por las sombrillas de turistas, los pescadores han improvisado su propio puerto. Las embarcaciones de pesca tradicionales, los golfinhos, decoradas con banderas de mil colores reposan sobre la arena después de la jornada de faena. La captura del día se desembarca en la misma arena y se degusta en el restaurante de la Asociación de Pescadores junto a los viejos lobos de mar.
¡Va la tercera!: la nueva edición actualizada del Camino Francés. Durante la segunda, hemos notado algunos cambios,… de trazado pocos, de albergues muchos, y también de detalles, que se han convertido en noticias.
- Los puntos negros en los cruces se van subsanando con pasarelas y pasos inferiores. Aunque subsiste el de O Pino (etapa 13).
- La entrada de Burgos ha mejorado, sobre todo gracias a la variante por el parque fluvial Fuentes Blancas, una opción que cada vez gana más adeptos frente a la travesía del polígono industrial.
- Las obras de autovías continúan afectando al Camino, ahora le toca al último tramo de la A-12 (etapa 5).
- La señalización de la travesía por el casco urbano de Logroño ha mejorado. Sin embargo en León la señalización para los ciclistas confunde.
- Los albergues privados proliferan como champiñones, la mayoría han añadido habitaciones privadas al clásico dormitorio con literas. Muchos públicos se van quedando antiguos y solo unos pocos se han reformado.
- Los servicios para ciclistas mejoran. Cada vez más los albergues, las pensiones y hostales disponen de un lugar seguro para dejar las bicis en la noche. Unos cuantos van más allá disponiendo de un pequeño taller o de una manguera para dar un ‘repaso’ a nuestras monturas.
- Es imposible morirse de hambre en el Camino. Hasta en los pueblos más perdidos en las soledades de la estepa castellana hay un bar que ofrece el monótono menú del peregrino. Los truck food comienzan a verse en los lugares más inesperados, sumándose a las máquinas de vending.
- El centenario Roble del Peregrino (etapa 9), todo un símbolo jacobeo, cayo por una fuerte ráfaga de viento. Por otra parte, un rayo calcinó el emblemático santuario da Virxe da Barca (etapa F3) y ya lo han restaurado, aunque no al gusto de todos.
- Hoy el Camino es de los extranjeros y de las mujeres a pie. En bici continúa dominando el sexo masculino patrio.
- El mojón jacobeo más fotografiado, el del Km 100, he sido sustituido y ubicado en otro municipio, a unos dos kilómetros del anterior (etapa 12).- El tránsito por el Monte Aro (etapa F1) ya está abierto, pero en bici hay que currárselo.